Casi todos mis compañeros de profesión recordarán que lo que ahora se llama en el proceso civil prueba de interrogatorio de las partes, antes se llamaba prueba de confesión judicial. Así las cosas, cada una de las preguntas que se formulaban a la parte contraria comenzaban por las palabras "confiese ser cierto que... ", lo cual chocaba bastante a los interrogados.
Pues bien os traigo hoy una anécdota de un procedimiento de divorcio que he sacado del baúl de los recuerdos, de cuando estaba yo en los inicios de mi aventura profesional ejerciendo en Salamanca. Resulta que el "confesante" era una persona bastante vehémente y cuando le formula el oficial del juzgado la priemera pregunta, le dice: "Confiese ser cierto que la convivencia matrimonial con su esposa,..., se ha deteriorado hasta el punto de ser imposible continuar compartiendo la vivienda familiar", el personaje contesta entre sorprendido e indignado: "QUE NO SE CONFESÓ NI PARA HACER LA PRIMERA COMUNIÓN, EN EL FRANQUISMO, CUANTO MÁS AHORA EN DEMOCRACIA...".
Me quedé estupefacto ante la falta de respeto que el interrogado mostraba ante el juzgado, pero no os penséis que la oficial que transcribía la declaración se sintíó excesivamente ofendida ó llamo al juez para que a su vez llamara al orden al sujeto. Todo lo contrario la declaración siguió más o menos normalmente y en el mismo tono.
La respuesta a la quinta pregunta fue la bomba; le preguntan por el importe de su pensión y responde: "Que es cierto que recibe una pensión por enfermedad de la seguridad social, de la cual me cuesta la comida del mediodía mil pesetas en un bar, ya que el desyuno y la cena la hago en mi casa, YO FUMO, YO BEBO, Y TENGO APETENCIA SEXUAL, LAS CUALES CUANDO LAS QUIERO SATISFACER LAS TENGO QUE PAGAR, YA QUE A LOS 16 AÑOS ENCONTRÉ POR PRIMERA VEZ UNA MÁQUINA DE DAR LECHE Y DESDE ENTONCES NO SUELO ORDEÑARME CON LA MANO".
Aparte de irrespetuoso y soez, también era mentiroso ya que estaba forrado de millones. Ahora, el ingenio no se le puede negar, tanto en sus declaraciones como en su actos, puesto que cuando llegó el momento de pagar las costas (al menos el juez le castigo económicamente), mandó a nuestro despacho al mensajero de Seur con dos sacas enormes de pesetas sueltas. Las famosas rubias volvieron por donde entraron ya que no se las recogimos al pobre mensajero que tuvo que cargar con ellas de vuelta.
Como es difícíl de creer los que os he contado, os pongo el documento que lo acreditan.
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